José Mª Rodríguez Brasas es leonés, de familia leonesa (su esposa Sara y su familia son abulenses, aunque asentados en León) y llevaba unos cuantos años formando parte de la diáspora.
Ingeniero de Minas titulado por la Universidad de León, ha vivido en Manresa y trabajado en lugares tan diferentes entre sí como Tarragona, Mozambique o Rusia, además de tener una experiencia de casi tres años en Guinea Ecuatorial. En 2021 volvió a León y trabaja desde aquí –como consultor de operaciones y desarrollo de negocio– con empresas de sectores diversos (petrolífero, forestal, minero). Completó su formación con un MBA y, aunque los servicios de consultoría que ofrece a las empresas son muy variados, lo que más le gusta es “la internacionalización, con todas las posibilidades que puedo ofrecer a mis clientes de ampliar líneas de negocio y mercados”.
Recapitulando en su trayectoria profesional, recuerda que en el verano de 2019 empezó a desarrollar servicios profesionales por cuenta propia, que “compatibilicé bien con el trabajo que tenía en el Puerto de Tarragona, como jefe de operaciones en un trader de carbón durante más de tres años”. Y a pesar de la estabilidad que este puesto le brindaba, José Mª veía “escasas posibilidades de crecer en una empresa tan grande”. En el otoño de ese mismo año se decidió a “dar el paso y montarse por su cuenta”.
El 14 de marzo de 2020, el mismo día en que se decretó el estado de alarma, nació su hija, Bárbara. Y a partir de ahí las conversaciones que hacía tiempo tenían sobre volver a sus orígenes -en pareja y con sus familias, que seguían residiendo en León- dieron paso a concretar “lo que hasta ese momento era sólo una idea lejana”. “Los más interesados en que volviéramos a León eran los abuelos” y “nos dimos un tiempo porque yo podía trasladarme y seguir trabajando con mis clientes, pero mi mujer debía esperar una oportunidad en su empresa, donde tenía un buen trabajo, con buenas condiciones”. Llegó en mayo de 2021, en forma de ascenso para ella, y desde el verano de ese año forman parte de la nómina de retornados.
Con una niña de casi dos años, para José María el tema familiar fue determinante. Viven en un apartamento rodeado de zonas ajardinadas y cuentan con el apoyo y cariño cercanos de los abuelos.
León es su “campo base” y tiene clientes en toda España. Es una ciudad “bien comunicada”, y tiene un “ambiente propicio para desarrollar mi trabajo”. Cree que “irse fuera y tener un rodaje es imprescindible” y recuerda con cariño su aprendizaje en Cataluña, donde hay una cultura “muy volcada a emprender e invertir en proyectos propios”.
Cuando llegó de vuelta a la ciudad, “llegaba a un territorio querido, pero totalmente desconocido en el aspecto profesional”. A través de LinkedIn entró en contacto con el Programa Talento León, y empezó a participar en algunas de sus actividades: mesas redondas sectoriales, seminarios online para directivos… Como freelance, “crear esa red local es muy importante, porque se generan oportunidades y me conecta y permite expandir mis servicios a clientes de aquí”.
Para él, “León es la ciudad ideal para este momento de nuestras vidas”. Afirma que hay que darle la vuelta a la visión “muchas veces pesimista y negativa”, pues “no sólo es una ciudad cómoda para vivir” sino que se pueden desarrollar “interesantes proyectos profesionales” que “como en mi caso pasan por no depender sólo de lo local”.
